lunes, febrero 20, 2012

ISSEY MIYAKE













Solo he estado una vez en Japón y como en aquella época solo me interesaban las drogas y en Japón no existe semejante imprefección, me perdí lo mas interesante ya que el desánimo bajó mi entusiasmo.
No por ello dejé de extasiarme ante los edificios de Tadao Ando y sus conceptos.

Disfruté de los jardines de Kioto, aprendí a rastrillar los caminos lo cual me resultó muy práctico cuando trabajé de jardinera voluntaria en Malibu y Amaroo. Me sentía tan orgullosa de mis caminos recién peinados, en realidad rastrillar la tierra es como pintar, me sentía en mi elemento.

La ceremonia del té me ayudó a entender mejor la mentalidad japonesa, ya que hasta entonces solamente había visto películas de Kurosawa y leido libros de Mishima.


El teatro Kabuki me fascinó pero salía y entraba porque me resultaba demasiado largo (24 horas)

Resumiendo: la estética japonesa me conmociona, me emociona, me fascina, me asombra y me sorprende siempre.

Hoy en día he aprendido mucho, he intimado con japoneses, lo cual es muy difícil y me he empapado de su cultura aunque ni siquiera he traspasado la primera capa, sin embargo, he aprendido lo suficiente para disfrutar de todo lo que ofrece, tanto en cine como en arquitectura, música  y literatura, incluso en los artistas plásticos, cuya sensibilidad acaricia mis sentidos.

Respecto a Issey Miyake, solo puedo decir que me quedo muda ante la belleza de sus volumenes.
Un día, en Santa Mónica, entré en una galería de arte y había una expo de Miyake, no era ropa, eran una especie de esculturas hechas con tela.
Me quedé petrificada, había tocado lo mas sagrado que mis ojos habían contemplado.
A los pocos días volví y la galería había desaparecido.

4 comentarios:

  1. Yo me sentí igual en Japón, todo es nuevo, todo está por descubrir, tan distintos, en todo.... es el viaje que más me ha impactado....


    Besos

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  2. Soy Carmen. Te voy a tomar prestada tu frase de que "rastrillar la tierra es como pintar".Los que que no tenemos el don de la pintura nos conformaremos con el sucedáneo de rastrillar. Como mujer de aldea que soy me encanta ese contacto con la tierra: ararla, alisarla, surcarla, moverla...Todo ello forma parte de mis recuerdos de niña en casa de mis abuelos que eran labradores.

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  3. Yo recuerdo con verdadero placer dejar los caminos como jardines zen.

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