domingo, febrero 19, 2012

NO QUIERO CARNAVAL















Los hombres se divierten mucho jugando a dirigir el planeta con la ayuda de las lindas mujercitas que dulces y sumisas cocinan para ellos, planchan su ropa, les rien las gracias y les acarician cuando necesitan mimos.
Ellos solo se dan cuenta de la importancia de la mujer cuando ésta falta o se va con otro o le echa de casa.
Entonces reaccionan. O bien matan o se casan con otra a la que miman en exceso para no perderla.

Yo solo he conocido a una mujer que mató a su marido.
Es bermeana, lo cual significa que posee carácter; las mujeres de Bermeo están acostumbradas a llevar las riendas de la vida porque los maridos se la pasan navegando y cuando llegan a puerto lo celebran bebiendo.

Pues bien, mi amiga, harta de las borracheras de su marido y de los consecuentes maltratos, una noche le esperó con el rifle detrás de la puerta y cuando él llegó tambaleándose, ella, decidida, le pegó un tiro y le dejó seco.
A pesar de que alegó defensa propia, le metieron en Basauri (en aquella época había chicas, todavía vivía Franco, allí le conocí) y le cayeron muchos años que supongo habrán bajado con la reforma de algunas leyes que favorecen a las mujeres, presumo.

Si los hombre supieran lo compleja que es la sensibilidad de la mujer, se comportarían de diferente manera.
La naturaleza, que es sabia, ha puesto una atracción entre ambos sexos para que sigamos reproduciéndonos, porque si no existiera esa atracción tan fuerte y el consecuente placer al consumarlo
¿quien tendría hijos?

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